¡Qué estado de excitación!. A uno le entran ganas de entrar en un LIDL y, cual niño de El Resplandor caminar raudo por el pasillo con los ojos vueltos y los brazos estirados formando una cruz para vaciar las estanterías. Y oír caer los productos. Uno, otro, otro, otro.
O ir a Barajas y regalar un gazpacho a todos los turistas que van llegando, a todos menos a ellos. Hospitalidad selectiva.
O montar una inmensa tomatada en la puerta de la embajada. Improvisada, eso sí, para que no haya tiempo a que lo coloquen el profiláctico al edificio, como hacen en Buñol.
Pero, ¿sabéis lo que ocurre?. Que no tengo tiempo. Mi contrato laboral especifica 40 horas, pero a menudo las excedo. Se ve que no soy suficientemente productivo.
Mi amigo tampoco tiene tiempo. Trabaja todos los días de la semana hasta al menos las 8 o las 9 de la noche. Los sábados por la mañana también. Estudia Empresariales en la Universidad en sus ratos libres y, actualmente, sustituye a su hermana, quien está de baja temporalmente por maternidad llevando la administración de su empresa familiar. Apenas podemos quedar para cenar cuando estoy por allí. Pero es una persona activa. Vital. Trabajador; hasta el extremo, diría yo. Y no pierde la sonrisa, la ilusión.
Mi amigo se llama David y es de El Ejido. Se dedica al sector agroalimentario, y estos días me he acordado unas pocas veces de él.
David y yo no tenemos tiempo, pero además somos seres civilizados y reconocemos que ellos no tienen la culpa. No iremos al LIDL, ni a Barajas, ni a su embajada en Madrid. No tienen la culpa de que sus políticos no hayan encontrado una forma más imaginativa de salir del paso que echar las culpas a otros al tiempo que arman una auténtica campaña difamatoria a fin de responsabilizar a unos de los que otros hicieron. No tienen la culpa de su improvisación y su tremenda falta de responsabilidad.
¿O es que alguien puede pensar que una bacteria puede traspasar fronteras, y selectivamente aparecer en el punto de destino?. ¿O es que a alguien se le puede ocurrir que existen invernaderos que sólo producen para los alemanes?.¿ O es que en España no hay 45 millones de personas que habrían dejado de consumir inmediatamente un producto si supusiera el menor riesgo para la salud?. ¿O es que no lo hubieran prohibido las autoridades sanitarias locales?. ¿O es aquí no existen los controles sanitarios?. ¿O es que el consumo de producto fresco perecedero, incluyendo frutas, verduras y pescado, no sigue siendo masivo estos días en nuestro país?. ¿O es que no es curioso, que esto se produzca coincidiendo con el periodo más caluroso, en el que los países del Norte de Europa son capaces de tener una producción propia, aunque menor, debido al tiempo más benevolente?
¡Pues no!. No cuela. La culpa es vuestra, y entre vosotros habréis de buscarla. Vuestros muertos los explicáis vosotros a vuestra opinión pública. Por una vez, la irresponsabilidad, con resultado de epidemia masiva, es únicamente vuestra. Esta crisis es vuestra y nada más que vuestra. Para vosotros, para siempre.
Reflexión: hay que triste que la solución pase por responsabilizar a otros. Hay que triste tener que recurrir al proteccionismo. Proteccionismo que silenciosamente parece haber regresado por Europa, y que creíamos desterrado por aquello que llamamos Unión Europea, y que es Unión a conveniencia.
¿Y son ellos los que nos tienen que guiar para salir de la crisis?. Venga ya!.
Deben una recompensa. Económica, y también, moral. Lo que viene a ser, nos deben disculpas y dinero.
Posdata: ¿En Alemania tampoco dimiten los políticos?.